lunes, 23 de noviembre de 2009

Riesgo de leucemia en las funerarias


Imagen de 'A dos metros bajo tierra', serie de una familia de funerarios.

Imagen de 'A dos metros bajo tierra', serie de una familia de funerarios.


MADRID.- No es un trabajo nada grato, embalsamar cadáveres, y por si fuera poco aumenta el riesgo de padecer leucemia. El formaldehido, y su derivado el formol, al que se exponen estos trabajadores de las funerarias es el culpable. Un estudio confirma la relación entre este compuesto y el citado cáncer en la sangre.

Un grupo de expertos procedentes, entre otros, de los Institutos Nacionales de la Salud de EEUU, estudiaron el historial médico de una serie de trabajadores de funerarias que fallecieron entre 1960 y 1986. Unos 200 murieron por tumores linfohematopoyéticos o cerebrales, frente a los 265 que lo hicieron por otras causas (con los que se formó el grupo control).

A través de distintas entrevistas, mantenidas con los compañeros de trabajo y los familiares más cercanos, los investigadores fueron estudiando los distintos factores de riesgo que podrían haber precipitado la muerte de estos trabajadores. Principalmente, se centraron en los efectos perjudiciales de la citada actividad laboral: embalsamamientos realizados, duración del proceso, tipo de ventilación de la sala...

"La mayor parte de los sujetos estudiados comenzaron a trabajar en la funeraria antes de 1950, cuando tenían 28 o menos años, y muchos trabajaron allí hasta los 65", indican los autores del trabajo en 'The Journal of the National Cancer Institute'.

"Se trata de la primera investigación epidemiológica [...] que relaciona el riesgo de cáncer con la duración del trabajo, las actividades laborales y los niveles estimados de exposición al formaldehido en la industria funeraria", apunta el documento.

Concretamente, el formol, que se emplea para evitar la putrefacción de los cadáveres, se asoció con un mayor riesgo de desarrollar leucemia mieloide. No se encontró un nexo de unión con los otros tumores estudiados. En este sentido, los firmantes insisten en que todavía se desconoce el mecanismo biológico que sigue este compuesto para favorecer la aparición del citado cáncer.

Si bien el tiempo empleado en embalsamar los cuerpos resultó determinante, no sucedió lo mismo con la frecuencia de estas exposiciones. Es decir, sí fueron significativas las horas acumuladas a lo largo de la vida realizando esta actividad pero no la cantidad de veces que se llevó a cabo la misma.

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