sábado, 17 de octubre de 2009

Noticias del mundo conteporáneo:vida


Actualizado Miércoles, 14-10-09 a las 17:45
Comer chocolate o beber agua puede aliviar el dolor, según un estudio de la Universidad de Chicago en Estados Unidos realizado en ratas.
El estudio, que se publica en la revista «Journal of Neuroscience», es el primero que demuestra que este poderoso efecto analgésico se produce mientras los animales está ingiriendo alimentos o líquidos incluso en ausencia de apetito.
Según explica Peggy Mason, directora del trabajo, «es un efecto fuerte, muy fuerte, pero no está relacionado con el hambre o el apetito. Si tiene toda esta comida enfrente y es fácil acceder a ella no vas a dejar de comer, básicamente casi por ningún motivo».
En los experimentos se proporcionó a las ratas una galleta de chocolate, agua azucarada o agua normal directamente a la boca. A medida que la rata tragaba el chocolate o el fluido, se encendía bajo su celda una bombilla luminosa, lo que proporcionaba un estímulo de calor que provocaba que los animales levantaran las patas del suelo.
Los científicos descubrieron que las ratas tardaban más en levantar las patas cuando estaban comiendo o bebiendo, en comparación con pruebas realizadas cuando estaban despiertas.
Los investigadores no descubrieron diferencias en el retraso en la respuesta de levantar la pata cuando la rata comía chocolate y cuando bebía agua a pesar de investigaciones previas que indicaban que sólo las sustancias azucaradas protegían frente al dolor.
Los científicos repitieron la prueba de calor administrando quinina a las ratas, una bebida que hace que estos animales hagan una mueca de expresión como la humana de repulsión. Durante la administración de la quinina, las ratas reaccionaron ante el calor tan rápido como si no estuvieran comiendo, lo que sugiere que un alimento o bebida no deseable no desencadena el alivio del dolor.
Cuando los investigadores inducían enfermedad en las ratas mediante un fármaco, comer chocolate no retrasaba su respuesta de levantar las patas por el calor. Sin embargo, beber agua seguía reduciendo la respuesta ante el dolor, lo que indicaría que beber agua se consideraba una experiencia positiva a pesar de la enfermedad.
Los investigadores inactivaron de forma selectiva una región del tronco cerebral llamada raphe magnus, un área que había sido implicada en la disminución del dolor durante el sueño y la micción, y eliminaron el efecto de beber agua sobre la respuesta del dolor de la rata. El tronco cerebral controla las respuestas subconscientes como la respiración y la sudoración durante el ejercicio.
Según explica Mason, en la naturaleza las ratas y otros animales no querrían que se les distrajera durante los raros pero importantes momentos en los que pueden comer o beber. Por ello, la activación del raphe magnus cuando come o bebe permitiría a la rata evitar las distracciones hasta que terminara de comer.
La autora señala que por razones obvias este alivio natural del dolor se activaría cuando un animal estuviera comiendo o bebiendo algo que le resultara placentero pero no cuando probara algo que podría ser tóxico o dañino.
Los investigadores creen que este efecto está también presente en los humanos pero que tiene efectos perjudiciales en la sociedad moderna dada la disponibilidad de grandes cantidades de alimentos altamente calóricos y de sabores agradables.

El genoma humano identificó los genes, pero no explicó los mecanismos que regulan su comportamiento, Científicos de Estados Unidos han dado ahora el siguiente paso al completar el primer mapa del epigenoma humano.
En la edición «on line» de la revista «Nature», investigadores del Instituto Salk de La Jolla proporcionan el primer mapa de este sistema de control genético. Para entender cómo funciona el epigenoma la mejor imagen es pensar en cómo funcionan los ordenadores. El epigenoma sería el programa informático («software») y el genoma, el ordenador («hardware»). De manera que el epigenoma controla nuestro genoma.
Además tendrá importantes implicaciones en enfermedades como el alzhéimer,el cáncer o incluso el envejecimiento.

Hallan los restos de un nuevo reptil alado de 220 millones de años
El Darwinopterus cazaba sus presas al vuelo / Universidad de Leicester
Actualizado Miércoles, 14-10-09 a las 14:39
Científicos del Reino Unido y China han descubierto el fósil de un nuevo reptil volador correspondiente a la era de los dinosaurios. Denominado Darwinopterus, la criatura -con dientes puntiagudos y cuello flexible- es uno de los muchos tipos de pterosaurios que abundaban en la era Mesozoica, hace unos 220 millones de años, según los científicos de la Universidad inglesa de Leicester y el Instituto Geológico de Pekín, que identificaron el animal.
El descubrimiento, publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, aporta la primera prueba evidente de un tipo de evolución inusual y controvertida, ya que viene a llenar la brecha evolutiva que había entre dos tipos de pterosaurios: uno con cola larga y sus descendientes, con cola más corta, algunos de los cuales alcanzaron una talla gigante.
Estos dos grupos estaban separados por una importante brecha en el proceso de la evolución, identificada en su día por Charles Darwin, pero que ahora parece haberse resuelto con este hallazgo. Precisamente, el nuevo reptil ha sido bautizado Darwinopterus -que significa ala de Darwin- con motivo de las celebraciones en 2009 de los 200 años del nacimiento del naturalista británico y los 150 años de la publicación de su obra «El Origen de las Especies»
Cazaba al vueloMás de veinte fósiles del esqueleto del Darwinopterus, algunos de ellos completos, fueron hallados a principios de este año en rocas del noreste de China de una antigüedad de 160 millones de años. El reptil alado, que tiene mandíbulas largas, vivía de la caza de otras criaturas voladoras, según los expertos.
Hallan los restos de un nuevo reptil alado de 220 millones de años
Esqueleto del nuevo reptil, de 185 mm. de longitud
El profesor David Unwin, de la Escuela de Estudios de Museos de la Universidad de Leicester, que participó en esta investigación, ha explicado que el descubrimiento del Darwinopterus les ha conmocionado. «Lo raro de Darwinopterus es que tiene la cabeza y el cuello como los pterosaurios avanzados, mientras que el resto del esqueleto, incluida una cola muy larga, es idéntica a las formas primitivas»,
Unwin ha agregado que la edad geológica del Darwinopterus y su extraña combinación de características avanzadas y primitivas aporta más información sobre la evolución de los pterosaurios. Esta evolución del pterosaurios, ha resaltado Unwin, fue rápida, con muchos cambios concentrados en un corto periodo de tiempo, y sus estructuras importantes, como el cráneo, el cuello o la cola, «parecen haber evolucionado juntas». La cabeza y el cuello «evolucionaron primero, seguidos después por cuerpo, cola, alas y patas».

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